Sumy, Ucrania  — En una nueva ciudad con tan solo una bolsa de pertenencias, ha comenzado una nueva página de vida para Oleksandr y su esposa. Ésta no era la vida con la que soñaban, pero ello mostraba su inmensa fuerza y coraje frente a la guerra.

No mucho después de llegar a Sumy, obrero de la construcción jubilado comenzó a trabajar como voluntario en un centro humanitario local. Continuando con el trabajo que ha estado haciendo toda su vida, él ayuda con reparaciones eléctricas menores. Fue en el centro donde Oleksandr se enteró de que podía registrarse en el programa de efectivo multipropósito de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

“Estamos agradecidos por este apoyo, ya que se necesita dinero para sobrevivir”, dijo después de recibir asistencia, posible gracias a la financiación de la Unión Europea. “Para los jubilados, es importante ver que no estamos abandonados, ni solos. Nos dio esperanza y confianza de que todo el mundo esté ayudando a Ucrania”. 

Al recibir asistencia en efectivo a principios de este año, Oleksandr gastó casi todo en medicamentos para él y su esposa, una maestra jubilada de jardín de infantes, que se sometió a una cirugía para extirpar un coágulo de sangre en la pierna. La vida se ha vuelto extremadamente difícil para esta pareja en un momento en que ellos deberían estar disfrutando de la jubilación. 

“Cuando mi corazón está triste, vengo a este parque”, dijo Oleksandr, sentado en una de las zonas verdes de la ciudad. Después de haber vivido toda su vida en su propia casa con jardín, le resulta difícil llamar hogar a un pequeño piso sin amueblar en Sumy. El parque es el único lugar donde ahora se siente realmente tranquilo y de alguna manera hogareño. 

Él es originario del pequeño pueblo de Dubivka en la región de Járkiv, cerca de la frontera con Rusia. Su vida fue pacífica hasta el año pasado. 

“Nací en la Unión Soviética cuando las fronteras entre países estaban abiertas. Y siempre he sabido que Járkiv ucraniano queda a una hora de viaje y el mismo tiempo para llegar a Bélgorod ruso”, explicó. 

Pero en febrero pasado, vivir en la zona fronteriza se volvió peligroso para todos y mortal para muchos. Tales pueblos como Dubivka fueron los primeros en enfrentar la invasión rusa a gran escala y se convirtieron rápidamente en campos de batalla. La gente que vivía en las afueras del país fue empujada al borde de la supervivencia.

Oleksandr y su esposa estuvieron en el pueblo durante dos largos y aterradores meses. Al principio, él esperaba alguna mejora, luego esperaba a que los campos rurales alrededor del pueblo se secarían. Ellos caminaron hasta un área controlada por Ucrania para tomar un autobús de evacuación. Ellos planeaban llegar al oeste de Ucrania, pero los problemas de salud urgentes de la esposa de Oleksandr los obligaron a optar por la ciudad segura más cercana, Sumy. 

Oleksandr sentado en un banco en el parque al que suele ir para pensar en su pueblo natal del que se vio obligado a huir la primavera pasada. Foto: OIM\Alisa Kyrpychova

Hoy, Dubivka está aislado del suministro de gas y electricidad, y no más del 10 por ciento de la población de antes de la guerra aún sigue viviendo allí. Oleksandr dijo que su casa había sido dañada y saqueada. Él no está seguro de que algo haya quedado allí, aún así todavía quiere regresar una vez que sea seguro hacerlo. 

Buscando una vida mejor para sus hijos 

Cada mañana, Olga prepara a sus hijos de 10 y 12 años para sus clases en línea. La seguridad de sus hijos fue la razón principal por la que huyeron de su pueblo en la región de Sumy a la ciudad. Aunque había una parte relativamente segura en la región, pero era todavía cercana a la Federación de Rusia donde su pueblo estaba ubicado y los asentamientos fronterizos, como el pueblo natal de Olga, estaban bajo bombardeos constantes. 

“Vivíamos cerca de la frontera, y nunca en mi vida había pensado que esto podría pasar”, recordó. “Pero el maestro nos llamó y dijo que no fuéramos a la escuela, Rusia había invadido Ucrania, había comenzado la guerra”. 

Dejar su casa significó que Olga también dejara atrás su trabajo en la industria de servicios. En la ciudad de Sumy, ella no ha podido encontrar trabajo. Olga, madre soltera, no tiene una red de soporte a su alrededor. Recibir asistencia en efectivo de la OIM y la Unión Europea ha sido vital para la familia de Olga. Ella gastó ese dinero en sus hijos, cuya vista se ha deteriorado desde que comenzó la guerra: "un hospital, tratamiento, exámenes, gafas para ambos". 

Sus hijos se van acostumbrando a la nueva ciudad, disfrutando de sus parques y cines. Olga duda que alguna vez regresen a casa, pero sigue alerta en caso de que la guerra llegue a su ciudad segura. 

“Planeamos quedarnos aquí. Fuertes, valientes y leales a nuestra tierra natal fronteriza”, dijo Olga. 

Olga cerca de su nuevo departamento alquilado en la ciudad de Sumy. Foto: OIM\Alisa Kyrpychova

El programa de efectivo multipropósito de la OIM se lanzó en marzo de 2022 y ha llegado a más de 73.000 personas por toda Ucrania gracias al financiación de la Unión Europea. Según datos de la OIM, el efectivo ha seguido aumentando como una necesidad frecuente entre la población desplazada. Tres de cada cuatro personas desplazadas en Ucrania identificaron como su necesidad más apremiante ayudarles a cubrir los gastos relacionados con la salud (48%), la alimentación (45%) y el alquiler (42%). La OIM está ampliando el programa para llegar a más personas afectadas por la guerra en las regiones del este y sur de Ucrania. 

Esta historia ha sido escrita por Alisa Kyrpychova, OIM Ucrania.